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viernes, 24 de diciembre de 2010

Tu. Kelly Folco

Algo que siempre me encantó de ti, poder elegir lo que quiera, poder caminar decidiendo una dirección un otra, sabiendo que nunca pasaría nada, continuar sin miedo de los obstáculos porque se que cuento contigo a mi lado.
Yo elegí, elegí caminar a tu lado y luchar frente a todo. Elegí soñar contigo, crecer, jugar y reir...siempre de tu mano. Elegí saltar los muros que yo misma puse en mi camino...con tu ayuda, elegí correr muy lejos...escuchando tus pasos detrás de los míos.
Decidí dejar de ser todo aquello que más odio y convertirme en parte de mis sueños... dentro de ti, soñé con lograr dibujar una y mil sonrisas en tu cara sin esfuerzo.
Me diste tanta fuerza que creí ser capaz de cambiar el mundo con chasquear mis dedos, hasta ahora, sordos entre el bullicio de la gente.
Aprendí a vivir en una lucha eterna, mientras tu tirabas de mi. Descubrí cómo enfrentarme al mundo, cómo desenvolverme entre mareas de frío y dolor. A tu lado supe deshacerme del dolor y cambiarlo por sonrisas, recuperar las ganas de vivir y sentir orgullo por ti, por mi... por nosotras.
Por ti lloré, por ti sentí rabia, por ti reí, por ti madrugué, caminé, viajé, soñé, hablé, salté, bailé, canté...
Han sido tantas cosas por ti que en eso se acaba resumiendo todo, bienvenida a mi vida, aquel lugar, que estés donde estés, te mantendrá formando parte de él, dejando tu huella.
Quiero seguir reteniendo sentimientos y emociones, quiero volver sonriendo a casa, quiero seguir agarrandome el pecho de los nervios, llorando de miedo... siempre y cuando tu formes parte de ello... quiero seguir sintiendote cerca aunque estés muy lejos, abrazandote cuando tenga miedo.
Quiero mantenerte en mi pasado, presente y futuro...
Siempre...
Te quiere. Ru :)

jueves, 23 de diciembre de 2010

Vacío.

Empiezo a entender que no puedo hacer nada, que ese enorme vacío se extiende por mi cuerpo como frías escamas creciendo por cada milímetro de mi piel, entiendo que no existe nada que pueda cambiarla, entiendo que ya nada volverá a ser lo mismo que un día fue y todo... todo por nada.
Vuelvo al pasado y si, fueron muchos momentos, inseguridades, dolor, rabia, lágrimas... lágrimas que hicieron de mi vida una rutina, lágrimas que me quemaban el rostro y cambiaban mi forma de ser, lágrimas que acabaron definiendo mi comportamiento y acabando con todas las fuerzas que quedaban.
Presión en el pecho, dolor, agobio, algo que en realidad no existe, el vacío, esa nada que se empeña en cortar mi respiración hasta ese último suspiro de cada día, que permite tan solo que un fino hilo de aire se deslice por mi boca llegando a mis pulmones con esfuerzo.
Y ya cuando todo carece de sentido espero sentada recibir una señal, cualquier cosa que me abra los ojos y me muestre que este mundo en realidad no es tan horrible, que me enseñe que mi vida tiene solución, que mis sueños tienen fecha, que se cumplirán, que no viviré como una marioneta por el mundo basándome en dinero, trabajo, hipotecas y problemas que marcarán mi día a día...
Hoy no se que pensar, hoy mi mundo es frío, mi corazón helado y vacío amenaza con estallar en mil pedazos y que voy a decir si ya dejó de latir hace tiempo.
Cuando uno está muerto por dentro, lo ve todo igual por fuera.
En definitiva... nada, no hay nada.

martes, 14 de diciembre de 2010

Sueños...

Las ilusiones, los sueños, aquellas cosas que nos motivan en la vida, todo lo que queremos cumplir aunque sea una sola vez, para lo que dedicamos nuestras vidas y nuestro esfuerzo.
Todo el mundo tiene sueños, todo el mundo tiene ilusiones, pero no todos lo intentan hacer realidad, ellos se imponen un castigo a si mismos y se arañan con sus propias espinas, aquellos que se golpean a sí mismos a fin de que su dolor interior no destroce su corazón, intentando no vivir por inercia y perder todo el sentido que hasta ahora tenían sus vidas y entonces,¿Qué queda por hacer? Cuando tu existencia se basa en un ciclo repetitivo que si cambia nos sentimos perdidos, para aquellos que su vida consiste en un horario, casa-clase, clase-casa...
Para aquellos que cuando duermen abrazan a la almohada y sueñan, sueñan con volar tan alto, tan lejos y tan rápido que nadie se diera cuenta de que desaparecemos, que rompemos los esquemas, el ciclo, la rutina y la inercia, que aparecemos de repente en el foco de nuestras ilusiones, como si fuera una imagen real y tan real... que despertamos en un baño de lágrimas en la almohada.. cada mañana.
Yo he pasado largas noches en escenarios regalando la música que llevo dentro y, si no recuerdo mal, la gente lo disfrutaba tanto como yo, era mágico y me regalaban miles de sonrisas, miradas de complicidad y aplausos que iluminaban mi cuarto milímetro a milímetro.
Nada era eterno, reinaba la oscuridad y el silencio, y una vez más me desperté y de poder haber visto algo entre la penumbra hubiera visto a esas pocas personitas tan especiales que sabes que siempre están a tu lado y se dejan ver cuando más lo necesitas.
Yo hay noches que siento que muero ahogada en mis propias lágrimas y temo encender la luz y no ver nada, abrirmis ojos y verme sola junto al agridulce néctar de un corazón dolorido que late por cumplir todo aquello por lo que comenzó a marcar su ritmo, un ritmo de espera que quién sabe cuando dará su fin...

jueves, 9 de diciembre de 2010

Miedo...

Miedo al cariño, miedo a la distancia, al tenerlo todo y quedarte sin nada.
Hay momentos en la vida que conoces a una persona especial, que sientes que al instante encaja contigo, que es capaz de adaptarse a cualquier situación, que te llena de cariño y amor con un abrazo y te contagia su alegría con una sonrisa.
Yo siempre supe que era una estúpida por querer con tanta fuerza, por regalar mi corazón a cada persona que llegaba y llamaba a mi puerta, pero nunca logré evitarlo y esta persona se ha llevado todo lo que llevaba dentro en tan solo una tarde muy especial.
Hoy quiero regalarle a esa persona el resto de mi corazón, mañana un kinder, un abrazo y una enorme sonrisa, porque se que es una persona tan única que lo que más te mereces en este mundo es ser feliz.
Esto es para ti, Kelly Folco, por haberme dado la oportunidad de conocerte de verdad, por haberme llenado de tantas cosas y haber demostrado que eres tan increíble como en tantas ocasiones había imaginado.
He de reconocer que me mantuve distante, porque enganchas, hay un magnetismo en tu corazón que sea quien sea acaba cerca de ti, tienes tu propia gravedad, cuyo centro reside en tu alma, tu corazón, tus sonrisas... no se.
Me dejas sin palabras, gracias por aparecer en mi vida, solo me queda decirte...
que tengo miedo, tengo miedo de quererte tanto que cuando te vayas me quede destrozada, pero se que va a pasar y se que mientras estés a mi lado seré tan feliz que si no lo estuviese sería imbecil asiq en definitiva... Aquí estoy, contigo, a tu lado y el día que te vayas... estés donde estés prometo estar junti a tí, siempre siempre dandote mi mano. Y ya sabes como soy con las promesas.
Sonríe, porque creas que no yo lo necesito.
A mi niña especial... KELLY FOLCO.
GRACIAS.
Ruth.

martes, 7 de diciembre de 2010

Colores en blanco y negro...

Érase una vez, hace mucho tiempo, tanto que nadie es capaz de recordarlo, el mundo era frío, triste y en los corazones de la gente se extendía un enorme vacío.
Nadie se tocaba, las personas eran distantes entre ellas, no existían los abrazos ni los besos, las miradas no tenían el brillo actual y creo, espero no equivocarme, nadie se quería, no había cariño, ni amor, ni amistad, solo miedo y soledad.

Leyre apenas tenía 20 años y no entendía el valor de su existencia, del mundo, del ser humano, de la vida, no entendía nada, paseaba por las calles intentando encontrarle sentido a todo, siempre en vano, caminaba triste, nunca en su vida había conseguido sonreír.
Se sentó en un banco desesperada, dejando un charco de lágrimas a sus pies y esperó, esperó sin más, a ver si por casualidad recibía una señal que respondiera a una sola de sus preguntas. Sus rizos castaños se removían con el viento, como en una danza oscura y melancólica que empañaba aun más el paisaje grisáceo ante el que se encontraba y sus bellos ojos verdes del color del musgo se apagaban a medida que su corazón se consumía con el dolor, la gente la observaba y aunque por aquel entonces nadie parecía sentir nada, en sus rostros se mostraban signos de duda, de pena y de rabia.

Eric a sus 22 años era el chico más feliz, seguramente de todo el planeta, tenía una visión distinta del mundo, y aunque nadie sintiera, él si lo hacía, sonreía y caminaba dando saltitos y silbando una melodía alegre, pero aquello no era suficiente para contagiar un poco de alegría a su alrededor.
Cruzó la calle, giró a la izquierda y se encontró a una chica sentada, lloraba, lloraba mucho y su corazón dio tal vuelco que se le borró la sonrisa de la cara, sus ojos se empañaron, por fin, había encontrado a una persona capaz de sentir, capaz de dar uso a su corazón, capaz de llorar con todas sus fuerzas.

- Hola.
Leyre levantó la vista y vio al chico más guapo del universo, tenía el pelo corto pero rizado y moreno, sus ojos brillaban de una forma que jamás había visto antes y la iluminaban con ese tono azul que contrastaba con el moreno de su piel.
- Hola.
- ¿Por qué lloras?
- ¿Cómo no iba a hacerlo?¿Has mirado a tu alrededor?
Eric se giró y miró el paisaje, el gris se extendía más allá de donde su vista alcanzaba a ver, no había color y el silencio parecía manifestarse por todos los rincones de aquel lugar.
Se sentó junto a ella y le puso la mano sobre el hombro.
Ella se apartó corriendo ¿la había tocado? ¿Cómo se atrevía?
- Disculpa, ha sido sin querer.
Leyre le miró extrañada, ¿cómo podía tocarla sin querer?
- ¿Sin querer? No sabes lo que dices.
- No me malinterpretes en serio, simplemente soy… distinto. Podemos hablar, de verdad, quiero ayudarte.
- Nadie puede ¿acaso te crees capaz de cambiar el mundo?
- Si.
- Pues entonces si que eres distinto.
- Te lo dije.
Se produjo un largo silencio, ninguno de los dos habló, pero finalmente ella le miró.
- Por cierto, me llamo Leyre.
- Eric. - Le respondió con una enorme sonrisa.
- Encantada, ¿cómo piensas ayudarme con todo esto?
- Sígueme y te lo demostraré.
Eric se levantó de un brinco y le tendió la mano, ella dudó, pero al final se levantó, aunque sin tocarle y caminó junto a él.
- No se que pretendes, en serio.
- Ya te lo dije, ayudarte, nada más, quiero que aprendas a ver el mundo igual que lo veo yo.
- ¿Pretendes que sea rarita como tu?
- Más o menos.
- Si te soy sincera, no suena del todo mal.
- Y sonará mejor, te lo prometo. Además, tu ya eres distinta al resto de la gente y no digo rara, digo especial.
- ¿Qué te hace pensar eso? No me conoces.
- Porque tu lloras, eso ya implica que hay algo en tu corazón que nadie más tiene.
El sonrió, y ella, aunque le supuso un gran esfuerzo no pudo resistirlo, se asustó al instante, no sabia lo que era sonreír, no sabía su significado ni el por qué lo hacía, sólo sabía que le producía la sensación más agradable que había sentido hasta entonces.
- No consigo entender por qué el mundo es tan frío, ni por qué siento que quiero tocar a la gente, abrazar y besar.
- No se de qué me estás hablando.
- Ya te lo demostraré, cuando confíes un poco en mí.
- Ya confío en ti.
A Eric se le iluminó la mirada, es como si aquel voto de confianza hubiese supuesto un cambio en su vida, como si hubiese encontrado a una persona parecida a él, aunque sus sentimientos fueran tristes, no dejaban de ser lo que eran, sentimientos, ella había sonreído y él cada vez tenía más esperanza, persona a persona conseguiría cambiar el mundo, lo haría, por fin.
- Pon tu mano boca arriba Ley.
¿ La había llamado Ley ?
- ¡Vamos! Demuestra que confías en mí.
Ella lo hizo y al segundo Eric puso su mano sobre la de ella, su tacto era cálido y él no parecía tener miedo, sabía lo que hacía, muy despacio cerró los dedos y ella le imitó, quedando sus manos unidas, como en una.
- ¿Ha sido tan horrible como esperabas ?
- No… eh… me gusta.
Ella se ruborizó y un tono rosáceo le devolvió el color al rostro, vaya ¿Cómo podía tener esa sonrisa tan sumamente increíble ? Hacía apenas una hora estaba desolada y ahora no podía dejar de mirarle, a el y a su sonrisa, como si fuera lo único que tuviera color en el universo, eso y sus ojos, tan azules que parecía que era capaz de ver su corazón a través de ellos.
- Será mejor que te vayas a casa y descanses, mañana nos volveremos a ver, en el mismo lugar, será una nueva rutina.
- Vale ¿ A la misma hora ?
- Ven a la hora que sea, yo estaré aquí esperándote.
Soltaron sus manos y el frío les invadió, aun así se sonrieron mutuamente y cada uno dirigió sus pasos en una dirección.
Leyre giró la esquina y se frenó en seco, lo necesitaba, un solo respiro de su acelerado corazón y lentamente volvió a su ritmo habitual.
¿Qué estaba pasando?¿Qué es lo que llevaba dentro?¿Qué es lo que le producía esa sensación tan extraña para ella?¿Era él?
No cabía duda, era él, pero no sabía que significaba ese cosquilleo en el estómago, esa presión en el pecho, justo en el corazón, esas ganas de saltar, de gritar, de reír, de volar…
¿Se estaba volviendo loca?
-Teniendo en cuenta que ya empiezo a hacer cosas raras, va a ser que lo de Erik es contagioso y yo no lo sabía, me estoy volviendo toda una rarita.
Y en ese momento una carcajada salió de sus labios como una dulce musiquilla que inundó toda la calle, como suspiros de color mezclándose con el frío viento.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Increible.

Parece extraño, irreal, si, puede ser dificil de creer, pero no me importa, mientras ella lo crea.
El tiempo pasa como si no hubiera nada por medio, el tiempo vuela como si quisiera alejarse de la realidad, el tiempo deja sus consecuencias, sus ventajas e incluso a veces, no deja nada.
A mi el tiempo me regaló la capacidad de reflexionar, el ser consciente de qué es lo que me merece la pena en esta vida, el por qué arriesgar, el por quién luchar...
Y en apenas 1 mes, 2 a lo sumo descubrí que no había arriesgado nada por una persona, una persona que permaneció junto a mí, una persona a la que dejé por un error, una mala elección, que me haría arrepentirme durante varios años de mi vida.
Hoy 5 de Diciembre de 2010 soy totalmente consciente de que hice bien en arriesgar, porque recuperé un tesoro, recuperé a una de las personas que más valor le dio a mi vida en su momento, a una de las personas que más quise en este mundo y que perdí, pero por mi culpa y nada más.
Aprendí, el tiempo también llena tu vida de aprendizajes, de caidas, de dolor, de tristeza y amargura, pero en esta situación me siento muy feliz, porque la tengo a ella, les tengo a ellos y siento que ahora mismo no hay nada mejor que pudiera desear para mi.
No puedo ser egoísta, por eso arriesgué y esperé a que decidiera decirme que no quería saber nada de mi, que perdí mi oportunidad, pero no...
Me recibió con los brazos abiertos, como si nada hubiera pasado y lleno mi corazón de sonrisas, de alegría y de un poquito más de calor que necesitaba.
Por eso te doy las gracias, porque tu y solo tu sabes quien eres.
Te quiero

jueves, 2 de diciembre de 2010

Estrellas... Zaskia, para ti :) siempre.

Hundida como siempre desistí a creer sus palabras, cerré mi corazón, pero entonces me agarró la mano y comenzó a decirme palabra por palabra aquello que recordaría por el resto de mi vida.
-Mira al cielo y piensa, ¿acaso hay algo especial ahí arriba? ¿Crees que una sola de esas estrellas son capaces de superar el brillo de tu corazón?
-Si, claro, son estrellas, mi corazón no es capaz de brillar, solo es parte de mi cuerpo.
-Si, es una parte de tu cuerpo, pero cada una de las sonrisas que has depositado en el adquirieron su propio brillo, cada una de esas ilusiones añadieron la fuerza de mil estrellas fugaces convirtiendo tu corazón en la estrella más linda del cielo.
-Pero… si tan solo es mi corazón…¿Cómo puedes decirme que brilla?
-Porque noche tras noche, más allá de nuestra atmósfera brillan las estrellas dándole ese toque de luz a la propia oscuridad, pero día y noche, aquí en la tierra, cada vez que sonríes, mis sueños más lindos se hacen realidad, como deseos pedidos a cada una de esas estrellas fugaces que pasan todas las noches cruzando el cielo y tu y solo tu eres capaz de cumplir todos y cada uno de ellos.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Inocencia

Paseo por las calles, por los parques, por los rincones de mi humilde pueblo observando a los niños correr de un lado a otro, sonriendo, gritando, llorando, cantando, saltando.
Madres preocupadas que retuercen sus manos mientras sus hijos hacen locuras por los columpios, mordiendo su labio inferior, temiendo que tendrían que salir corriendo detrás en cualquier momento, comienza la carrera, todas en posición, fingiendo que mantienen la típica charla de mujeres pero por el rabillo del ojo observan a sus pequeños con inquietud.
A pesar de todo los niños no se dan cuenta, ellos disfrutan, son felices, su pequeña mente no es capaz de darse cuenta de lo que pasa a su alrededor, nunca he visto el caso de alguien que viviese con tanta intensidad como un niño.

Cuantas veces hemos deseado ser felices, o hemos imaginado que volvíamos a ser pequeños y nuestra mayor ilusión era un partido de futbol, una carrera para ver quien era el más tonto, un juego detrás de otro, una emoción impartida por la inocencia, una sonrisa imborrable, porque por mucho que lloren siempre acaban sonriendo, el ser humano es patético... Lloramos, volvemos a llorar y nos quedamos abajo, deseando que nuestra vida cambie, soñando con desaparecer del universo, imaginando que dejamos de existir por un instante.
Y yo sigo viendo a esos niños tropezandose y aunque no puedan evitar el llanto, se vuelven a levantar, secando sus propias lágrimas con las mangas de la chaqueta y saliendo a correr detrás del niño que les pilló.
Y, en fin, la inocencia se quedó en aquellos años, la felicidad de la ignorancia la perdimos con el tiempo, aquello que nos hacía únicos frente a los demás, aquello que nos volvía especiales, se esfumó con los años, cuando debería haber sido al revés.
Yo me avergüenzo cuando me hundo y no me tengo en pie, cuando me arrepiento de errores que he cometido o cuando lloro sin motivos, porque aunque realmente me resulte inevitable, me siento más débil que un niño.
Y esta es una de las mayores envidias que siento, y es hacia las personitas más pequeñas del mundo
Mientras me crezco y cambio, me enfrentaré al dolor jugando, tenga los años que tenga, seguiré siendo la niña que algún día fui y eso es lo que me hará sentirme más orgullosa conmigo misma.

LA ÚLTIMA VEZ

Ya que Colores en Blanco y Negro va a ser publicado en una revista lo voy a retirar hasta que salga pero que sepais que es la última vez que yo retiro un texto mío de mi blog
PORQUE ESE TEXTO ES MIO NO VUESTRO Y QUIERO QUE ESO OS QUEDE BIEN CLARO!!!!

CON CADA UNA DE LAS COSAS QUE YO ESCRIBA HARÉ LO QUE ME DE LA GANA