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domingo, 26 de octubre de 2014

Huelga de silencio

Me declaro en huelga, en huelga de silencio.
En huelga por tus besos, tus abrazos.
Por las paredes del salón.
Me declaro en huelga por el tiempo pasado en aquella habitación.
En todas ellas.
Me declaro en huelga y no desisto en encontrarte, en que me encuentres, en que nos encontremos.
Por las vías del tren y los andenes del metro.
Por nuestros silencios eternos pupila a pupila con luz tenue...
En el cine un miércoles, en el sofá los domingos.
Por ese tiempo tuyo y mío.
Me declaro en huelga por mi falta de aire,
por la ausencia de tu voz, los gritos de tus vacíos.
Por tu indecisión y mi claridad, por tus cambios y mi estabilidad.
Por las transformaciones.
En los restaurantes, en las pizzerías, en los bancos de los parques.
En las aceras o en los arcenes, en las mismas calles.
En el amargor de la cerveza, en las noches sin dormir te encontraré.
Hasta entonces me declaro en huelga de silencio.
Por la ausencia de tus besos.

Por la ausencia... por los besos.
Por Oniria y por Insomnia.
Por los momentos que no tendremos.
Te quiero.

domingo, 19 de octubre de 2014

Cuento: Mi fuente

¿Recordáis aquellas fuentes de los parques? Esas fuentes que no importaba donde fueras, siempre estaban ahí.
Pues había una niña que adoraba una fuente, estaba escondida, nadie comprendía por qué estaba en un lugar tan inaccesible, tan difícil de alcanzar, era una fuente distinta, muy hermosa.

A pesar de ser tan hermosa, la gente temía que el agua que emanaba de ella no fuera buena, que resultara dañina para su interior, peligrosa para su vida.

Aquella niña se enamoró perdidamente de esa fuente, amaba cada detalle distinto de ella, a veces cambiaba su aspecto, como camuflada para protegerse, pero ella siempre sabía encontrarla, siempre bebía de ella.
Esa fuente, daba el agua más cristalina y fresca que ella hubiera probado antes, tanto, que decidió que no podía haber en el mundo, mejor fuente que aquella, mejor agua que la que bebía.

Los niños la miraban extrañados, pues llegó el día en que aquella fuente empezó a funcionar de un modo distinto, el agua ya no sabía igual, los colores variaban más rápido y dijeron que esa ya no era su fuente,
Quizá tengáis razón y ya no sea mi fuente, dijo la niña, pero no estoy dispuesta a dejar de beber de ella, porque es la fuente que yo quiero.

Los niños, preocupados por ella, alegaron que había muchísimas fuentes con el agua más fresca que aquella, que funcionaba a veces, que nunca tendría agua rica durante todo el año y que sería mejor que cambiara.

La niña se enfadó terriblemente y dijo algo que dejó a sus amigos sin palabras.

No quiero cambiar de fuente, nunca, quizá a veces se equivoque, quizá a veces no quiera que beba de ella pero si tengo algo claro, es que, aunque ya no sea el mejor agua del mundo, siempre será mi fuente y si no vuelvo a beber más de una, siempre recordaré su sabor, sus colores cambiantes, su misterio y coraza, su protección y su entrega a mi, durara lo que durara.
Esperaré a que vuelva a quererme, y si no lo hace, seguirá siendo la fuente a la que amé, amo y amaré por siempre.